Todas las
empresas y organizaciones quieren innovar, o al menos tienen la intención de
hacerlo, aunque no todas lo logren. Mejor dicho, todos los seres humanos que
lideran las organizaciones quieren innovar, las empresas no tienen
sentimientos, no tienen intenciones, son los seres humanos que participan en
ellas los que motivan la innovación. Detrás de la intención de innovar y lanzar
nuevos productos y servicios existen motivaciones, elementos que mueven,
inspiran o empujan las acciones alrededor de la innovación. Analicemos las más
comunes y relevantes.
Crecer
Todo ser humano quiere crecer, progresar, ser mejor, y quiere
que su organización crezca, progrese y sea mejor. El ser humano
posee un instinto que lo mueve al crecimiento, si hoy vende 10 quiere vender 15,
si hoy tiene una planta quiere tener dos, etc. Los inversionistas deciden
invertir en una u otra acción según el crecimiento que el CEO ofrece y lo que
sus análisis infieren. Los políticos prometen crecimientos del PIB, si los alcanzan
son héroes, si no buscan pretextos por todos lados para justificarlo. La madre
pinta una regla en el marco de una puerta para medir el crecimiento de sus
hijos. La neurociencia y la genética molecular han comprobado que el progreso es un instinto muy
primitivo en el ser humano, una herencia de nuestros antepasados. Crecer le
genera placer al hombre y a la mujer, desde que somos bebés progresar
provoca que el cerebro genere dopaminas (hormonas del triunfo y del reto),
endorfinas (hormonas de la felicidad) y serotonina (hormonas del estado
alerta), por eso el crecimiento es adictivo. La innovación es la estrategia más efectiva de crecimiento y progreso.
Estudiaremos a la innovación como la acción de agregarle valor a otros seres
humanos a partir de mejorar los procesos, métodos, productos, servicios y
espacios. Sin innovación es imposible que un lanzamiento de producto o servicio
tenga éxito.
Ser
protagonistas
Otra motivación muy poderosa para innovar, para
lograr que alguien sacrifique tiempo, esfuerzo y recursos en mejoras en su
empresa, para mover a grupos enteros de personas a desvelarse y alejarse de sus
familias para encontrar oportunidades, planear, conceptualizar, lanzar nuevos
productos y servicios y medir los resultados es el deseo de atraer los reflectores, de lucirse, de ser reconocido y
celebrado, de ser protagonista. Desde niño el ser humano busca la aprobación,
el reconocimiento, los aplausos y los premios; cuando innovamos y lanzamos productos
o servicios, consciente o inconscientemente también buscamos el protagonismo.
Con excepción de unos cuantos, los CEOs, los Directores, los Dueños de
empresas, quieren salir en las portadas de periódicos y revistas, quieren que
otros hablen de ellos, que los citen, que se mencionen sus frases, dar
conferencias para contar sus historias. Cuando los líderes de la competencia
comienzan a ocupar más espacios que ellos entonces surge una urgencia interna
por innovar y retomar el lugar deseado.
Acumular
y dominar
Otro instinto
que mueve a los seres humanos a innovar es la acumulación, la cual está
directamente vinculada al dominio. Se acumula participación de mercado, marcas,
plantas, sistemas, activos, licencias o patentes, etc. Y si todo esto se
aprovecha correctamente se logra un dominio, ya sea sobre un mercado, una
categoría o la competencia. Al ser
humano lo mueve el poder, esa posibilidad de hacer, de controlar, de tener lo
que otros desean, de ser un gran proveedor no sólo en su casa sino en su comunidad.
Cuando se acumula algo deseado por los demás, los otros nos necesitan, este es el
poder en su sentido más básico. Los mercados de valores, los accionistas,
la prensa y su audiencia, premian a aquellos que logran dominar un mercado, a
aquellos que han logrado acumular más que los demás.
El instinto de
acumulación conlleva otras dos motivaciones muy primitivas; por una parte,
desde tiempos remotos la acumulación ha sido una estrategia de sobrevivir en
tiempos de escasez y está estrechamente relacionada a la creencia de que la
temporada de escasez llegará y tendremos que echar mano de lo acumulado. Por
otra parte, la acumulación está ligada a la necesidad de heredar y asegurar la
protección y sobrevivencia de las crías, instintivamente los empresarios creen
que entre más dinero, propiedades, éxitos y reputación acumulen, los hijos
tendrán mayores capacidades de sobrevivencia y respeto por parte de la
sociedad, aunque no sea siempre cierto. Cuando
somos ejecutivos, emprendedores o empresarios las estrategias para acumular
giran en torno a la innovación y el lanzamiento de nuevos productos o
servicios.
Defenderse
de la competencia
El miedo mueve
montañas. Protegerse de los movimientos
y ataques de la competencia es otro motivador vital detrás de la innovación y
el lanzamiento de nuevos bienes al mercado. Ya vimos que las 3 primeras
motivaciones tienen que ver con crecer, ser protagonistas y dominar, esto sólo
se logra a costas del competidor, así que si tú no te mueves otros sí se
moverán y te aplastarán. Mercado sólo hay uno, por más que crezca en el tiempo,
si lo ocupa el competidor tú no podrás ocuparlo. Innovar es una estrategia de
protección de tu territorio, de lo acumulado, del protagonismo, del prestigio y
reputación, y en muchos casos de los bonos que nos ofrecen para mantener el
liderazgo y el crecimiento sostenido. Estar
a la defensiva nos mueve, más vale algo que nada, sin embargo nuestra
recomendación es estar a la ofensiva. Cuando innovamos basados en miedos
tomamos decisiones irracionales, no analizamos correctamente el mercado, no
consideramos las tendencias y lastimamos el posicionamiento de nuestras marcas.
Tener
lo básico en orden
Muchas empresas buscan innovar en muchos aspectos, al menos para
mantener en buen estado las cosas básicas de sus negocios o sus productos: el
empaque, el sabor, la tecnología, la logística, la producción, el ambiente de
trabajo, etc. Hasta cierto punto lo que buscan estas empresas es el
mantenimiento, la actualización. En
muchos casos, como algunos monopolios o empresas lideradas por ejecutivos
pasivos, ésta es la única innovación que llevan a cabo, y lo hacen para
mantener el mero funcionamiento de la operación y por dignidad. En el caso
de las empresas innovadoras, éstas buscan cambios radicales que les permitan
tanto mantener el orden como lograr beneficios y ventajas adicionales. El
futuro de las empresas, administradas por las personas movidas por la motivación
de mantener lo básico en orden, presenta muchos riesgos, ya que los individuos
motivados por instintos de superación, protagonismo y crecimiento seguramente
las abandonarán para refugiarse en donde sí se viva una cultura que busque
estar a la vanguardia.
Proveerle
mayor valor a la sociedad
Existen muchos líderes, emprendedores y ejecutivos impulsados
por una motivación legítima de agregarle valor a la sociedad. Parece
contradictorio que siendo ésta la razón implícita de la innovación sea una
motivación más y no su centro mismo. Claro que muchas innovaciones son el producto de egos, de búsqueda de poder, de
ambiciones por la acumulación y el protagonismo, sin embargo, existen muchos
individuos que más allá de esto, se encuentran motivados por el mercado, en el
bienestar y felicidad de las familias. Sin duda el mundo ideal sería en el que
todos fueran motivados por esto, pero nada es perfecto y hay que adaptarnos a ello
sin dejar de ambicionar y poner nuestro grano de arena para mejorarlo.
Agregarle valor a nuestros clientes o consumidores se puede volver adictivo por
la satisfacción que provoca y la gratitud que recibimos. Lo ideal es entrar en un proceso de innovación continua siempre
observando las tendencias y deseos de los consumidores, llevando al máximo las
posibilidades que los avances tecnológicos nos ofrecen y las capacidades operativas
nos permiten.
Dejar
huella, trascender
En realidad no
podemos decir que trascienden más o menos aquellas personas motivadas por egos
personales o beneficios sociales, al parecer los hay de unos y de otros. Lo
cierto es que existen muchas personas
que como motor principal detrás del desarrollo de nuevos productos, servicios,
espacios y procesos, tienen la ambición de ser recordadas. Esto está muy
vinculado al protagonismo, pero la trascendencia está atada más al protagonismo
después de fallecido, ser recordado, que se nombren calles por nosotros y que nuestros
nietos nos mencionen como ascendencia ejemplar. Ya Abraham Maslow colocaba, en
su pirámide de motivaciones del ser humano, la trascendencia como la última
pero importante motivación, aquella que una vez satisfechas las básicas es
considerada por todos nosotros. Y no es que creamos que ya muertos vamos a
disfrutar el que otros nos mencionen y nos idolatren, en realidad comenzamos a
disfrutar la trascendencia en vida al albergar la posibilidad de pasar a la
historia y ser parte aguas en la vida de otras personas. La creatividad, la originalidad y la innovación han demostrado a lo
largo de la historia ser grandes herramientas para lograr la trascendencia,
seguir “vivos” al menos en la mente de los demás al morir. Así ha sido para
Franklin, Galileo, Einstein, Curie, Da Vinci, Dalí, Carnegie, Rockefeller,
Pasteur, lo está siendo para Jobs, y lo será para Gates, Bezos, Branson,
Zuckerberg y muchos otros aún vivos.
Emular
a los grandes
Y por último,
tenemos otra motivación, que surge del sentido comparacionista del ser humano
que se despierta cuando vemos a otros, cerca o en otras latitudes, innovar,
agregar valor a la sociedad, lograr grandes proezas. El ser humano busca referencias, emular a otros como inspiración en su
vida. Grandes figuras empresariales, políticas, artísticas, científicas,
académicas y religiosas han sido ejemplos a seguir para otros, han motivado e
inspirado a otros. Cientos de películas, que cuentan la historia de
pensadores, artistas e innovadores han inspirado a miles a hacer algo por su
lado, muchas películas nos hacen decidirnos por fin a emprender algo, a
arriesgarnos. Al ver tal idolatría y trascendencia de otros, obviamente nos
contagiamos. Tal vez tú algún día serás un ejemplo para otros también, Hacer lo
que hacen los grandes es un instinto de aspiracionalidad, no sólo es ser como
ellos sino recibir de las audiencias lo que ellos reciben.
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